sábado, 10 de noviembre de 2007

Algo parecido a la felicidad

¿Os pensabais que os habías librado de mí, eh? Uff, que difícil , curiosamente creo que habéis estado más presentes que cuando escribía compulsivamente tiempo atrás. Acabo de oír una frase en una película que me ha hecho pensar en eso: “Lo único que queda es la impresión que dejamos en los demás”. Es verdad, cuando acaba la vivencia y empieza el proceso de convertirse en recuerdo, se transforma en una especie de residuo extraño en el cerebro de difícil manipulación personal. No tengo ni idea cuál es mi residuo en vosotros pero si sé cuál es el vuestro y el de Senegal en mí, y el lugar que ocupa en mi persona. Estoy tan contenta de haber decidido ir, tan feliz de haber ido, es lo mejor que me permití que sucediera en los dos últimos años. No tengo palabras para explicarlo, o mejor dicho tendría que utilizar demasiadas para hacerlo. Algunos conocen algunas particularidades mías, algunos defectillos (lo burra que me ponía con ciertas cosas, vale lo admito), algunas anécdotas y lo más importante algunas formas de funcionar. En definitiva eso tan complejo que nos identifica.

En la peliculilla romántica "Elisabethtown" que estoy viendo mientras os escribo, uno de los personajes comenta, (refiriéndose a los malos momentos o situaciones difíciles): “Haz que se pregunten porque sigues sonriendo, esa es la gran grandeza”. Y eso es lo que ocurría en Senegal, lo más sorprendente y que yo no podía dejar de admirar era esa grandeza y por eso en mí ha dejado esa huella. Sí, porque hay situaciones, difíciles, hay vivencias insoportables, que pueden dejar un rastro amargo, triste, insoportable, desagradable, de fracaso personal, al igual que deja a su paso el caracol su baba un tanto repugnante y que al secarse se convierte en una marca brillante, que refulge en tonos irisados. Me gustaría saber cuál es el proceso de convertir la tristeza en algo parecido a la felicidad, ese sí sería un logro, un triunfo personal. Yo sólo sé acercarme a ello escribiendo y también conociendo a personas que tienen esa cualidad, y eso me ha calado hondo. Bien, permitámosnos 5 minutillos para regodearnos en nuestra propia desgracia, disfrutarla, aceptarla y convertirla en baba, lo más pronto posible. Alargar nuestra propia tristeza es lo fácil, es rendirse y a la vez es alargar la tristeza de los demás, no estamos solos. Hay cientos de cosas maravillosas e interesantes que nos están esperando, cientos de miles de personas increíbles por conocer y aprender de ellas y que seguramente les gustará más nuestra sonrisa que nuestra mueca triste. Joder cómo aligera una sonrisa, cómo hace volar una carcajada. Y yo soy consciente cada vez más de los millones de personas que no les espera absolutamente nada. Así que, espabilemos, vamos, vamos, vamos, no nos quedemos en casa, que el mundo nos está aguardando, vamos, vamos, correr en la noche con los brazos extendidos como locos abrazando estrellas, bajar colina abajo sin freno hasta que nos quemen los pulmones, esperar humildemente que la lluvia nos moje y nos empape como el mejor perfume que podamos comprar ¿a que sí Javi?, recorrer la orilla de una islita sorteando cientos de cangrejos y cuando la soledad sea nuestra compañía, sumergios en la tibia agua, sin ropa ni tapujos. Qué importa que nos sintamos momentáneamente poco agraciados, rechazados, desafortunados o viejos, el placer de vivir es nuestro, el placer de estar aquí, en estos momentos, es nuestro, depende de nosotros, no totalmente de los demás. Somos "los afortunados" "los elegidos", los que hemos robado lo que nos sobra a otros, vivimos en el primer mundo, esa es la realidad y casi todo lo que nos pase es relativamente minucia al compararlo. Casi, casi estamos obligados a ser felices. Arriesguémonos coño, arriesguémonos a estar vivos, a hacer lo que parece improbable, lo difícil, a fracasar, a hacer el ridículo, a que nos duela la vida como sólo sabe hacerlo ella pero lleguemos vivos a la muerte. Ahora la muerte es mi aliciente, me motiva más que la vida porque me dice que sólo tengo una oportunidad. Cojo un cazamariposas y decidida me encamino hasta el horizonte en un atardecer como los de Gumiel (lo siento chicas y chicos, os dije que los cielos de Gumiel eran, únicos, siderales) y empiezo a atrapar sueños, plis, plas, a diestro y siniestro.

Este ratito escribiéndoos me he sentido viva y estúpidamente feliz, o
al menos he sentido algo parecido a la felicidad, como una felicidad para pobres, pero felicidad al fin y al cabo. Y el dolorcillo de mi pierna rota me ha recordado que… estoy viva. Estoy viva. Estoy. Viva.
Os envío el diseño que he hecho para una portada de la
revista de informática Novática. La he retitulado: El espejo de Alicia -ya sabéis la del "País de las maravillas" y "A través del espejo".
Y además y como os prometí una serie de fotografías que os advertí iba a poner, para
regodeo de ojos, -de los cuerpos y almas serranos- de mis chicas y chicos preferidos, que sois todos.

¿Dónde vamos el año que viene?







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