martes, 7 de agosto de 2007

Sueños

Me despierto a las cinco de la madrugada, no
puedo seguir durmiendo, pero no me decido a levantarme todavía. Me pregunto si será que noto a faltar el colchón, pero no puede ser, nadie en su sano juicio podría añorar la ausencia de un colchón de muelles medio desvencijado, que por un lado tenía unos rebordes negruzcos de moho o sabe dios qué y qué ribeteaban lo que parecía ser una forma humana. La primera vez que lo vi, me dio la impresión de que se hubiera muerto alguien encima de él, pero ya era tarde, ya lo había escogido. Por eso para dormir siempre buscaba el lado en el que no aparecía esa silueta y me imaginaba que era como una moneda que no se podía coger sólo por una cara, por tanto elegía el lado de la vida pero en el reverso estaba muy presente la muerte y si se lo decía a alguien bromeaba para restarle realidad, añadiendo que ese colchón era un ecosistema en sí mismo. Y tan feliz y contenta, y lo bien que dormía y sin apenas menearme ni dar vueltas, hasta me permití el lujo de roncar un poco. Por tanto no estoy en mi sano juicio porque creo que es el colchón, ese maldito colchón de la vida y la muerte.



A pesar de descubrir las ventajas de esa terraza, e ingeniármelas para colgar el mayor número de mosquiteras posible, de forma y lugares increíbles, sólo dormí las primeras noches; poco a poco fueran reveladas las cualidades de la terraza como dormitorio a los moradores de ese edificio ¡malditos usurpadores de lugares¡ y yo sincera y gustosamente me coloqué en su entrada. Y también poco a poco esa terraza se convertiría en un lugar natural de encuentro tanto de día como de noche y casi la zona exclusiva para fumadores de todo el edificio, más diría yo, debido a la prohibición, de todo el término municipal de Touba. Así que cuando cada día arrastraba mi colchón -que se iba desgarrando lentamente en mis manos- desde la habitación para dejarlo en la entrada de la terraza, me transformaba en un cancerbero vigilante, protegiendo el vestíbulo de los sueños de los espectros y demás fantasmas. Pero no siempre se conseguía, yo misma una noche me vi atacada por el espectro del Lariam, otra noche por la fiebre y una última por un innecesario insomnio. Emily balbuceaba dormida y algo pude entender (pero prometo que nunca diré nada a pesar de las torturas que se me puedan infringir) e incluso una vez se incorporó dormida musitando una retahíla de palabras inconexas. Daniel y yo le preguntamos, ella se volvió a tumbar y nosotros nos sonreímos. También había otros que dejaban aflorar desde su profundidad alguna palabra, nombre o deseo. Los demás respiraban profundamente a veces haciendo vibrar sonoramente su garganta, o sea que roncaban, pero era agradable si lo hacían con ritmo y “tempo”. Algún otro no encontraba la posición -llámese Daniel- y estuvo revolviéndose intermitentemente y sin ninguna armonía dentro de su saco, fuera de su saco, en medio de su saco y dando por saco, toda una noche. Al día siguiente le amonestamos y a partir de entonces se portó de maravilla incluso no puso pegas por su cambio de categoría al pasar al escalón ¿o era escalafón? inferior, -eso si es bajar de categoría -y empotrado contra el repecho de la barandilla.

Y es que desde que tuve oportunidad de
dormir con otras personas de manera grupal –entiéndaseme, hacía escalada y dormía en refugios o vivaqueando, no me estoy refiriendo a “eso”-, me siento atraída por la magia de estar despierta y tener la sensación de vigilar los sueños de otros: oírles, sentirles, incluso mirarles. No soy rara, muchos padres y madres les da por entrar en la habitación de sus hijos cuando están dormidos y estar un rato mirándolos. Por eso las fotos de mis princesitas durmientes. También muchas parejas disfrutan de esa sensación...véase la foto que lo ilustra.


Me decido a levantarme y bajar para tomarme una infusión. Abro el estante donde están alineadas las plantas presas en sus jaulas transparentes, y ahora entre ellas como una intrusa orgullosa y altiva, las flores rojizas del hibisco, reclaman su reino. Así que me decido por ellas, el paquete me lo compró Ana e inmediatamente me “tople, tople, tople” su recuerdo. El bissap o karkadé. decididamente está mejor frío, pero en infusión también se puede tomar. Mientras humea una tacita de la “sangre del Senegal” en mi mesa de europea al lado del ordenador, abro el correo de mi-tujardínsecreto, ahora por cierto nada secreto, veo dos mensajes vuestros: “hasta que coincidí contigo, la palabra trotamundos no había tenido mucho significado en mi diccionario”, ya me gustaría ya, pero todavía estoy en ello. El otro mensaje es como una continuación de mi misma “yo aún mezclo los sueños con la realidad y hablo por las noches dormido/a sobre Senegal y su gente... ...me cuesta despertarme cada día y encontrarme en mi cama de...”. Vaya, pues sí estamos apañados todos. Y digo alguien y no su nombre porque ese jardín es para dejar secretos y seguramente ese debe ser uno porque sino lo hubiera puesto en "comentarios" en la web de los “toubabs y otros colores” o hubiera hecho su propia entrada. Esa web es de todos, no es mía, es nuestra, aunque la haya creado e iniciado yo, es un cachito de Senegal lo digo en serio, de corazón, con esa intención se hizo cuando se habló de tener una web de contacto, para mí es como volver a estar en la terraza, o en la azotea mientras Elhadji, nos prepara un interminable y “ritualizado” té senegalés, es la furgoneta y todos juntos, o más que juntos, una mezcla del juego de los “enredos” y habitación imposible de los hermanos Marx, es el desayuno caótico al aire libre de las mañanas. Así que no os dé vergüenza expresaros en ese espacio, como lo hemos hecho estando en Senegal. Insisto que os paso a vuestro correo el nombre de usuario y contraseña (por tema de seguridad, no la pongo en la web) y os doy unas pautas sencillas a los que queráis dejar vuestras impresiones en esa página. No os parezca demasiado íntimo, joder somos nosotros, ya hemos compartido, cama, ducha, comida, vestimenta, risas, broncas, caricias, discrepancias, aventuras, besos, sueños y los más afortunados, quizás...sí, amores.


Ese alguien increíble que me ha escrito al jardín, una noche de ensueño y en esa terraza, desplegó con palabras una de las visiones sobre el amor, más esplendorosa, divertida, apasionada, arriesgada, sincera, inusual y hermosa que he oído. Lo curioso es que era “mi visión” pero no era yo.
CONCHA

No hay comentarios: